El aforamiento es un privilegio, inadmisible, en una sociedad democrática. Ser aforado, supone poner una traba a la justicia que los ciudadanos no tenemos. Les viene bien a los corruptos que ven retrasado su procesamiento.
Para dejar de ser aforado, para no confundirse con los que lo usan para ocultarse, basta con enviar una carta al Presidente de las Cortes (del Senado, de las Cámaras autonómicas, alcalde, etc), renunciando a ese privilegio.
Congreso de los diputados:
Estimado Sr/a Diputad@: Por favor, renuncie a ser aforado.
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