Para finales de mayo de 2014, los españoles tendremos de nuevo una cita con las urnas, lo cual en términos electorales es prácticamente pasado mañana. Sin embargo, los principales partidos españoles, por no decir todos, preocupados por sus escándalos, crisis internas varias y movimientos personales, aun no han empezado a comunicar al elector, que hay unas elecciones europeas y qué significan, aunque quizás si hayan empezado a cambiar cromos y sillas para ver quienes integran las listas, ahora que muchos de los elegibles pueden estar imputados y otros ocupados en como salvar la cara.
A apenas 6 meses de dichas elecciones, la inmensa mayoría del electorado, aproximadamente un 99,5%, incluso del electorado universitario, apenas tiene idea de lo que es la Unión Europea y lo que representa el Parlamento europeo que va a votar. El restante 0,5% está representado por iniciados y actores de la propia política europea y de los pasillos de las instituciones. Para empeorar el panorama, la mayoría de los ciudadanos confunde como causa de las privaciones que acarrea la presente crisis, el impacto en sus diferentes vertientes de la globalización económica, con las privaciones impuestas por la Unión europea.
Es triste ver una vez más como los partidos políticos en general, y España como país en particular, desperdicia las oportunidades para ocuparse de la sociedad civil y aportar un diálogo más cercano al ciudadano, que le capacite para ejercer su derecho a voto con conocimiento de causa, a la vez de proponerle representantes a la altura de las complicadas, a la vez que decisivas tareas a desarrollar, que cambian de hecho constantemente, la historia de todo el viejo continente.
Si preguntásemos en cualquier universidad española sobre la naturaleza del Parlamento europeo, pocos alumnos sabrían responder que es la primera institución supranacional directamente elegida del mundo y el órgano representativo de alrededor de 490 millones de personas, quienes constituyen el segundo electorado democrático más grande del mundo después del de la India. A su vez, el Parlamento es considerado como la institución de mayor rango de la Unión Europea, dado que es la primera que se contempla en los tratados fundacionales y su Presidente tiene preferencia protocolaria sobre todas las demás autoridades a nivel europeo.
Pero menos aun sabrían decir que el Parlamento europeo es el órgano legislador de las instituciones europeas junto con el consejo de ministros, que representa los gobiernos de los estados miembros, pudiendo revocar y vetar la normativa que la Comisión Europea propone. Pero a la vez puede también promover determinados actos legislativos, convirtiéndose en el órgano con más poder de las instituciones.
Decisiones como la modificación de importantes aspectos de la actual Unión económica y monetaria, que es probablemente el signo más visible de la construcción europea hoy para muchos españoles, representada por el €, la drástica reducción del presupuesto agrícola que va a afectar de forma importante a los agricultores y ganaderos en España, la finalización de muchas de los programas operativos y regionales de los fondos estructurales, y sobre todo la definición de las fronteras de la propia Unión y su defensa y los acuerdos económicos y de cooperación con otras regiones del mundo, son temas que los partidos actuales no explican de ninguna forma y cuya trascendencia no consideran cuando eligen a sus candidatos al Parlamento europeo.
Los actuales partidos políticos como estructuras de poder integradas por personas con un estatus adquirido dentro del aparato del partido, se hacen acreedores de cargos y prebendas y a menudo se encuentran candidatos en las listas de los partidos solo porque: son populares y pueden atraer votos, como es el caso de actores o deportistas; son pesos pesados dentro de la estructura política del partido, cuya cúpula a menudo quiere apartarles de la política nacional; o simplemente personas a las que los partidos deben favores….
Personas en definitiva que no están preparadas y desconocen la transcendencia de su misión. Esto en una Europa actual que se dirige con contestaciones internas hacia una mayor federalismo motivado por una mayor integración económica y monetaria, y que a su vez, está negociando un mercado común ampliado para cada vez un mayor numero de países con orígenes y principios diversos como los países del Mercosur (Argentina, Brasil o Perú…) los árabes del mediterráneo (como Túnez, Egipto o Marruecos) o los de centro Europa como Azerbaiyán, país con el que España aun ni siquiera ha firmado un tratado de doble imposición.
Estos parlamentarios depositarios últimos absolutos de la soberanía nacional, por el mero mérito de estar en una lista, que a penas distinguen entre la Europa federal de los 28 Estados miembros y aquellos pertenecientes a esa especie de mercado común ampliado, por la vía de infinidad de modalidades de acuerdos de asociación, deben enfrentarse al reto además de entender las complejas legislaciones y las implicaciones que tienen o de cómo gastar el dinero del contribuyente en las distintas políticas para las que es competente la Unión europea.
Y lo que es mas importante, qué impacto positivo o negativo pueden tener en su Estado miembro de origen, y en su caso, negociar con otros parlamentarios y pelear por los cambios necesarios para aminorar los impactos negativos o venderles los positivos, y ello a poder ser por supuesto en una lengua de común entendimiento para el resto de los colegas parlamentarios, ya sea en las reuniones del Parlamento en Bruselas, en una de las 12 sesiones en Estrasburgo o a su paso por la sede de sus oficinas administrativas en Luxemburgo…
Ante este panorama, el Comisario europeo Günter H. Oettinger ya comentó el pasado mes de julio: “This way of governing Europe has become unsustainable.” Esta forma de gobernar Europa se ha convertido en algo insostenible….
Y es que la sociedad en general y la española en particular, necesita urgentemente, citando a Antonio Muñoz Molina “una serena rebelión cívica” que, entre otras cosas, pide a gritos el cambio de elección de los representantes de la soberanía popular, de la lista elaborada a dedo de los partidos políticos, a unas listas abiertas, basadas como en el mundo empresarial, en los profesionales más adecuados seleccionados con criterios objetivos de preparación y méritos, “de forma inaplazable”, porque el destino no esta escrito y cualquier derecho puede desaparecer, así que no hay razón para sentarse y dejar pasar la catástrofe, mientras echamos la culpa a los demás.