En la base de la idea de Mil profesionales.org de recuperar la política como un derecho y un deber de cada ciudadano, se encuentra la eterna limitación patria tanto del desconocimiento de nuestra historia, como de la escasa memoria histórica de la que adolecemos, así como del poco interés que nos despiertan los asuntos comunes, esto es, de la comunidad, en contraposición a nuestro propio interés privado.
Supone por tanto un reto significativo interesar y reclutar a profesionales independientes de verdad, que, sólo movidos por ese bien común, deseen poner su formación, su talento, su esfuerzo, su tiempo, su energía y hasta su dinero, al servicio de esa colectividad, con el único empeño de intentar cambiar la realidad que todos criticamos cada día y que sirve de charla a menudo jocosa en los desayunos de los bares a diario y de sustento de decenas de programas para alimentar a comentaristas que se denominan expertos de la política y en numerosos casos, tienen poco de expertos y menos aun de independientes.
Contagiada del entusiasmo de estos generosos profesionales y de su poderosa razón cuando afirman que si todos caemos en la crítica fácil y simplista, sin ofrecer nada a cambio, acabaremos dejando hundir el país por desinterés colectivo, me propongo contribuir desde esta tribuna, poniendo mi grano de arena en pro de ese cambio, buscando a los que, parafraseando a Unamuno, se alineen en la lucha por la europeización y el progreso en el sentido unamuniano, en lugar de seguir anclados “ en torno al casticismo”, a la escasa memoria histórica y al sempiterno recurso al que lo hagan otros, que para eso les pagan…
Pues bien esta semana quiero compartir en esta tribuna un hecho que ha motivado mi interés y mi preocupación de igual forma.
Se trata precisamente el de esa falta de memoria histórica que impulsa al gobierno constantemente a hablar de una negociación con Cataluña, ya mañida y compartida por todos los gobiernos de la transición y aun por los de las Repúblicas.
El nacionalismo catalán ya puso en cuestión el orden constitucional vigente entonces, en la asamblea de las Bases de Manresa en 1892 y aun antes Espartero tuvo que bombardear Barcelona desde Montjuic en 1842, donde se habían tenido que refugiar las tropas a causa de una rebelión en la ciudad condal. Azaña que como pensador había defendido una cierta condescendencia con la causa catalana, acabó diciendo como presidente de la Segunda República, que “España tiene que bombardear Cataluña cada 50 años” o bien que “a los catalanes, ni agua”.
Pues bien esta semana Esperanza Aguirre en el Círculo ecuestre de Barcelona, nos hablaba de la necesidad de “catalanizar España” y de dar a conocer la cultura catalana en Andalucía, y la vicepresidente nos sigue hablando de “negociación”. La razón histórica de los hechos nos ha demostrado claramente durante casi dos siglos, que los catalanes comparten con el resto de España la escasa memoria histórica, y que por lo tanto, negociar sobre la base de ceder mas recursos económicos y mas soberanía nacional, no sirve de nada. Será necesario por tanto buscar otras fórmulas que no pueden ser desde luego la falacia y las verdades a medias como las que oímos día si y día también explicar adiversos dirigentes nacionalistas imputados, para quienes conseguir zafarse de la justicia española, sería poner una pica en Flandes.
En particular ha llamado mi atención la declaración de Arthur Mas a su electorado, según la cual hay países que tiene el € sin formar parte de la Unión monetaria. ¿Se referirá el Sr. Mas a Andorra como países en plural y aun peor, quiere el Sr. Mas confundir al ciudadano entre el concepto de aceptar pagos en € como moneda de uso común y el de tener una moneda propia acuñada de curso legal?. ¿Servirá el mero hecho de aceptar pagos en € para dar estabilidad a la nueva moneda catalana que para no llamarse peseta, quizás se decida denominar “pellofa”?. ¿Cuantos inversores internacionales creerán en dicha estabilidad y querrán invertir en el condado?. Pero Mas en lugar de pensar en el bien común de los catalanes, sigue aferrado a su reino de taifas, queriendo confundir completamente a su electorado frente a las frases que en el mismo día desde el círculo empresarial catalán afirmaban, que una Cataluña fuera de la Unión europea, carecía de futuro económico.
O de forma análoga en la propia Declaración cuando se insiste en que Cataluña, como nuevo Estado Europeo, defenderá y adoptará los principios fundacionales de la Unión Europea. Lo cual es inviable porque los catalanes deben saber de forma clara y transparente que uno de los principios del Tratado fundacional, es que para pasar a ser un nuevo Estado de la Unión Europea, es necesario contar con la unanimidad de todos los Estados miembros, objetivo que no se podrá conseguir, y no porque no se disponga eventualmente del voto de España, sino porque la mitad de los países miembros votarían en contra por razones obvias en contra de secesionismo en sus propias fronteras.
En cualquier caso, ¿no parece una contradicción que ofrece muy poca solvencia y crédito a los supuestamente futuros socios europeos el querer incluir en su construcción a un país que desea recurrir a fórmulas secesionistas para no tener que contribuir presuntamente económicamente con zonas con menos recursos pero querer pertenecer a un organismo supranacional del que recibir fondos y dinero?. ¿Sobre que base querrán los nuevos socios admitir a Cataluña?.
Y aun más, otro de los principios del Tratado fundacional de la UE es el de que los nuevos aspirantes a socios deben estar constituidos como sólidos estados de derecho. Frente a esta exigencia, los nacionalistas catalanes afirman constantemente, con Mas a su cabeza, que la democracia es la voluntad del pueblo y puede por ende estar por encima de la Constitución, lo cual derrumba por sí mismo el Estado de Derecho y aleja para siempre la posibilidad de poder ser un potencial país elegible de la Unión. Parafraseando al economista francés Alain Minc, en un artículo de La Vanguardia, que explica los cinco errores fundamentales que han cometido los nacionalistas catalanes, “mantener que la democracia se reduce al sufragio universal es un error, porque desde Montesquieu sabemos que el funcionamiento democrático impone, al mismo tiempo, tanto el respeto al sufragio, como la aceptación de las reglas de derecho”.
Como conclusión, creo que como ciudadanos responsables de nuestro país, debemos abogar porque el gobierno deje de negociar cualquier trasvase de fondos a Cataluña y de negociar más dinero a cambio de un paréntesis mas o menos breve en sus reivindicaciones, porque queremos tener memoria histórica y conocimiento de la historia.
Como propuesta proactiva debemos exigir a nuestras instituciones que de una vez por todas estudien, publiquen y comuniquen de forma clara a todos los catalanes no solo los errores de estas falacias de los políticos nacionalistas, sino un estudio exhaustivo, transparente y fundado en bases absolutamente profesionales sobre “el coste de la NO ESPAÑA para Cataluña” .
Finalmente como española, reivindico dos principios fundamentales que debemos exigir a los nacionalistas:
a) el derecho a dejar de tener que oír la absurda reivindicación catalana, ya secular relativa al dinero que les robamos los españoles, mientras no lo demuestren de forma fehaciente y sobre bases profesionales contrastadas.
b) conocer de una vez cómo y por qué procedimientos, los catalanes que no quieren la nacionalidad española, piensan retirársela a los catalanes que la quieran conservar, quizás mas de la mitad hoy y a buen seguro si se habla desde la verdad.
M. Izquierdo sept. 2013