OPINIÓN: VISIÓN PERSONAL
Calor, mucho calor. No lo suficiente para evitar indignarme. A pesar de todo lo dicho, a pesar de todo lo hecho, me sigue sorprendiendo que algunos sigan sin entender qué es lo que está pasando en Cataluña. Que sigan sin comprender la estrategia del pirómano. ERC lo expresó con claridad. Echar más y más gasolina, más y más tensión, hasta proclamar la independencia unilateralmente. Provocar la reacción; cuanto más violenta, mejor. Y así tendremos el escenario de Kosovo. La independencia de Cataluña pasa por Kosovo. Todos lo sabemos. Hay que kosovizar Cataluña. Así de absurdo. Así de disparatado. Convertir una de las comunidades más prosperas, avanzadas y cultas de Europa en otra equivalente a una de las más pobres, atrasadas e insignificantes de Europa. Kosovizar Cataluña es el precio a pagar por la independencia. Algunos están dispuestos a pagarlo. Incluso algunas de las mentes más sensatas también están dispuestas a aceptarlo. Creen que es un precio alto a corto plazo, pero bajo a medio y largo plazo.
Algunos siguen sin vislumbrar esta estrategia. Se ayuda al pirómano, además, con fruición. El último episodio es el del famoso tuit que da título a este artículo. La típica calentura del que desconoce todo sobre Cataluña. Hace calor, pitan el himno nacional y… “Catalanes de m…” Qué disparate. El autor inmediatamente se dio cuenta de lo que había hecho. El error cometido. Siempre he pensado que Twitter es un peligro. Si se viesen plasmados a lo largo del día cuáles son mis pensamientos más profundos probablemente hasta mi mujer me mandaría a paseo. No. La intimidad es un valor precioso. Es muy placentero perderse en los pensamientos. En el secreto de yo-conmigo-mismo, el yo se reivindica. No tengo porqué compartir lo que pienso en cada momento con los demás. Mi yo no quiere publicidad. Quiere intimidad.
PENSAMIENTOS ARTICULADOS
Algunos han caído en la trampa. No es el primer caso. Hay varios. Y más que habrá. Los pensamientos se expresan cuando están articulados; no cuando son un rebuzno. Éstos sólo ponen de manifiesto que somos personas y, sobre todo, sentimientos, y que éstos, a veces o muchas veces, no entienden de razones. ¿Por qué tengo que hacer partícipe a los demás de mis rebuznos, de mis sentimientos o de mis reflexiones más irreflexivas? Mi intimidad me debe permitir pensar incluso en aquello que no debería pensar, porque son gritos, incluso, de la inconsciencia.
Esos rebuznos son los que alimentan al pirómano. A veces tengo la sensación de que no se ha tomado conciencia de que la guerra de la comunicación está totalmente perdida. En Cataluña es un lugar común y, además, desde hace algunos años, incluso entre los votantes del PP, que “España nos roba”. Se pueden utilizar otras expresiones. Se pueden substituir unas palabras por otras, pero el resultado es el mismo: el convencimiento de que Cataluña da mucho más de lo que recibe. Esto, que es la lógica consecuencia del nivel de renta, como resulta evidente a cualquier ciudadano, en Cataluña se ha convertido en un argumento de insolidaridad: “La solidaridad comienza por uno mismo”. El “uno mismo” que no es España, sino Cataluña. Se están rompiendo los puentes de la unidad, los de la ciudadanía. Y se están erigiendo unas fronteras cada vez más elevadas, las de los territorios. La España de los ciudadanos, la España de la Constitución, corre el riesgo de quedar sepultada por la España de los territorios. Los derechos de los ciudadanos son preteridos frente a los derechos de los territorios, incluso “históricos”, como se reconocen en el Estatut de Cataluña de 2006.
J. H. Elliott recordaba recientemente las palabras de un catalán del siglo XVI, Cristòfol Despuig, sobre los castellanos: “Quieren ser tan absolutos, y tienen sus propias cosas en tanto y las ajenas en tan poco, que parece que ellos han venido del cielo y que el resto de los hombres es lo que ha salido de la tierra”.
En el “catalanes de m…” sigue resonando la arrogancia que criticaba Despuig. Confundir catalanes con nacionalistas es la prueba definitiva de que han ganado. Sólo nos queda la espera esperanzada de que, a pesar de todo, seamos capaces de comprender que kozovizar Cataluña es un ejercicio de tan trágica y terrible arrogancia como la de aquéllos que consideran Cataluña como la tierra de los enemigos de España.
Andrés Betancor. Publicado en Expansión, 24 julio, 2013, recogido de caffereggio.net
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