La socialdemocracia imperante -ya sea la tradicional de izquierdas, ya sea la novedosa de derechas que gobierna en la actualidad- utiliza para justificar cualquiera de sus medidas “el interés general” como denominador común. Interés general que interpreta a su voluntad el gobernante de turno, ya sea nacional, autonómico o local.
La realidad es que, en general, el interés general suele basarse en (a) una cuantificación del coste o del beneficio electoral que interpreta el gobernante que puede costarle o reportarle tal o cual decisión o (b) el beneficio o coste “social”. Esto último es casi más peligroso, por cuanto en “lo social” puede caber cualquier cosa. Desde los aprobados generalizados -¿qué puede ser más social que aprobar a todo el mundo aunque exámenes enteros sean dignos de figurar en la Antología del Disparate?- hasta tener contentos a los agentes sociales por excelencia, el sindicato unificado UGTCCOO (*). Desde desbaratar el sistema hipotecario español anulando las cláusulas suelo con el consiguiente descalabro que puede provocar en la banca (cosa que acabaremos pagando todos, una vez más) hasta la expropiación de pisos sin ocupar. ¡Oh!, sí, lo social, ese gran mantra en nombre del cual se puede hacer cualquier barbaridad siempre y cuando el coste sea pagado a largo plazo, es decir, no en las próximas elecciones.
Habría que recordar que, con el interés general por bandera, se han cometido las mayores atrocidades de la Historia. Hitler se anexionó Austria en aras del interés general de los alemanes (no por ello coincidente con el de los austriacos); luego invadió Polonia asociado a Stalin, el otro monstruo. Comenzó a expropiar a los judíos todos sus bienes y luego ya, directamente, procedió a exterminarles. El interés general de la masa veía así recompensada su pérdida de libertad (luego pasó lo que pasó). Del interés general de los judíos, ni hablamos. Stalin, por su parte, estableció el régimen con más interés general de la Historia, lo social por encima de cualquier otro derecho particular. De paso, asesinó o encarceló a millones de compatriotas por ser precisamente “antisociales”, pero eso fue una anécdota para la ideología que defiende Cayo Lara; ideología que, por cierto, avanza imparable en Andalucía y otras zonas de España en pleno siglo XXI.
No llegaremos, obviamente, a esos extremos, pero es un bonito tema este del interés general. Por ejemplo, hizo que en el 97, el Gobierno de Aznar regulase en favor de las energías renovables. A esa llamada acudieron infinidad de empresas y fondos nacionales e internacionales. Estaba garantizada la rentabilidad por el Estado Español, no por un Gobierno. La llamada de ‘acuda’ llegó al paroxismo con el ministro Bombilla –Sebastián– promocionando y primando la energía solar mientras su hermano se sentaba en el Consejo de Abengoa, detalle éste sin importancia, claro. Pues bien, el interés general ha cambiado y ahora ya no importa el cambio climático, ni la independencia energética, ni las emisiones de CO2, ni la seguridad jurídica, ni la certidumbre regulatoria. Importan el déficit de tarifa y las impopulares subidas del recibo de la luz. Tampoco importan las decenas de quejas, recursos y demandas que las asociaciones, empresas e Investment Funds están planteando contra el Estado Español en todo tipo de instancias nacionales e internacionales. Modelo Bolivia/Ecuador/Argentina/Venezuela. Dado que esos litigios tardarán años en solventarse, no son preocupantes a corto. En este sentido, es cierto que no somos Uganda, como proclamó Rajoy a los cuatro vientos, somos más bien bolivarianos como recuerdan los inversores internacionales a todos los que se pasan por Londres o NY a vender la “renovable” Marca España.
También es de destacar, en el ámbito del interés general, las sucesivas subidas de impuestos de todos los colores, directos e indirectos, nacionales, autonómicos y locales. Aunque algunos creamos que se está asfixiando el consumo, el ahorro y la inversión, las subidas son por nuestro bien. Son un recargo solidario y social. Muchos pensamos que, en realidad, son para sostener una estructura estatal, autonómica y local insostenible, pero como muy posiblemente ese marrón -su “insostenibilidad”- se lo comerá otro en las próximas legislaturas, no es relevante ahora mismo.
Cabrían muchos más ejemplos. Pero lo cierto es que lo autónomo, privado, particular, individual va perdiendo la batalla en aras del sagrado interés general que, al final, la mayoría de las veces, esconde un interés muy particular: cómo mantenerse en el poder. Electoralismo, demagogia, populismo, bienvenidos, es vuestra época. Mientras, media España en fase de instrucción judicial por corrupción. Juicios que terminarán en 10 ó 15 años. Todo muy alentador.
Sígame, si le parece en Twitter @MendiMendi1
(*) UGTCCOO. No recuerdo una foto por separado de Toxo yMéndez en los últimos años, exceptuando la de Toxo en el crucero por el Báltico con su señora esposa. Ni una discrepancia. Ni una opinión diferente. ¿Por qué no se unen? A lo peor es porque habría menos cargos y liberados que repartir.
J. de Mendizábal en vozpopuli.com
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